Decálogo para la carrera de investigador
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dependen claramente de las circunstancias y necesidades
particulares de cada caso.
1. Alta dedicación a la actividad
La formación que abarca desde los estudios preescolares
hasta la finalización de un posgrado puede compararse
con un embudo ya que la cantidad que alcanza las etapas
finales es muy baja en relación a la población que inicia.
Más allá de las causas que explican este fenómeno, e
incluso en aquellos países logran fomentar la permanencia
en el sistema educativo hasta sus niveles más avanzados,
el porcentaje de la población con estudios de posgrado
sigue siendo reducido. Por ejemplo, en los países de la
OCDE, el promedio de personas de entre 25 y 64 años
con un doctorado es apenas superior al 1%. Sin embargo,
el primer país latinoamericano en esta lista registra menos
de una décima parte de esa cifra (OECD, 2021). Además
de este porcentaje tan bajo, no todos los que completan
un doctorado llegan a consolidarse como investigadores.
A nivel internacional se reconoce que aún luego de
obtener el doctorado, el proceso de consolidación como
investigador puede extenderse durante varios años más
(Boyington, 2024). Por ejemplo, la European Commission
(2011) define cuatro etapas en la carrera de un
investigador, de las cuales los estudios doctorales
constituyen solo la primera. Esta etapa es seguida por dos
períodos posdoctorales: uno en un contrato transitorio, y
otro como investigador “junior”. Estas dos fases pueden
prolongarse hasta 10 años en conjunto antes de que el
investigador alcance una posición consolidada (USL,
2024).
Todo lo anterior demuestra que alcanzar la formación
como investigador exige una gran persistencia y
dedicación (Gisbert y Chaparro, 2020). Además del
extenso tiempo requerido para consolidar determinados
procesos de formación e independencia científica, es
importante tener en cuenta que la actividad de
investigación es altamente demandante, tanto en términos
de tiempo como de compromiso personal. Aunque
muchas tareas pueden ser planificadas y organizadas,
resulta difícil limitar esta actividad a horarios estrictos. Por
ejemplo, los trabajos experimentales con animales no
siempre pueden ajustarse a horarios predefinidos, ya que
actividades como el registro de datos, la recolección de
muestras o diversas tareas relacionadas dependen de las
necesidades del experimento. Esto significa que muchos
experimentos no respetan los límites de horarios
laborales, fines de semana o feriados, invadiendo
inevitablemente aspectos de la vida personal. Sin duda,
esto representa un desafío importante. Sin embargo,
restringir el trabajo a horarios laborales podría limitar
significativamente las posibilidades de estudio, afectando
tanto la calidad de las hipótesis planteadas como los
procedimientos experimentales diseñados para
responderlas. Además, en los experimentos con animales
existe una demanda adicional vinculada al cuidado y
mantenimiento de los mismos. Aunque pueda haber
personal especializado encargado de estas tareas, es
necesario que los responsables de los experimentos
supervisen continuamente dichas actividades.
Durante la carrera de investigador, a medida que se
asumen más responsabilidades, surgen otros tipos de
compromisos que, si bien pueden ser más flexibles en
términos de horarios, suelen tener plazos que exigen una
dedicación adicional en determinados momentos.
Actividades como la presentación de propuestas a fondos
concursables, las evaluaciones de proyectos, artículos o
estudiantes, el cumplimiento de los plazos de los
estudiantes, y las interacciones con investigadores de otros
países (frecuentemente con diferencias horarias), difi-
cultan la posibilidad de establecer horarios predefinidos.
Más allá de estos ejemplos, la actividad implica demandas
constantes que obligan a la persona a dedicar un gran
esfuerzo y tiempo para cumplir con ellas.
Además de dedicación y perseverancia, es fundamental
estar preparado para superar situaciones que pueden
generar frustración, como proyectos no financiados,
artículos rechazados, problemas de funcionamiento
institucional, entre otros desafíos. Por esta razón, la
personalidad y el compromiso tienen un papel clave en los
resultados, el desarrollo profesional y los logros
alcanzados. En resumen, quien decida emprender una
carrera como investigador debe tener claro que, aunque se
trate de una actividad altamente gratificante, exige un
elevado nivel de dedicación y perseverancia.
2. Pasión por lo que se hace
Esto es fundamental, ya que es importante comprender
que no es posible tener éxito en la investigación siguiendo
un esquema de trabajo similar al de muchos otros
empleos. Quien se dedique a esta labor debe hacerlo con
pasión y compromiso, ya que estos son esenciales para
alcanzar logros significativos. La investigación presenta
desafíos nuevos cada día, y abarca una amplia variedad de
actividades, que van desde el trabajo de escritorio y
estudio, hasta el manejo de animales, el trabajo en
laboratorio, el análisis de datos, la redacción, las reuniones
de discusión, la interacción con otros investigadores, la
enseñanza, la formación de personas y la gestión de
proyecto. Es, en esencia, una actividad muy dinámica, y
siempre cambiante.
ISSNL 1022 1301. Archivos Latinoamericanos de Producción Animal. 2023. 32 (4):191-198