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Pérez y Orcasberro
Por lo que se podría pensar que el desarrollo fetal en el
Grupo J tuvo menor riesgo de sufrir restricción
nutricional intrauterina que en el Grupo S. Sin
embargo, no se observaron diferencias en el PNAC de
los corderos. Es posible que las ovejas del Grupo S
pudieran, a través de la movilización de sus reservas,
mantener el aporte de nutrientes al feto y no
comprometer el PNAC. El trabajo no estaba diseñado
para evaluar otros posibles efectos sobre el desarrollo
embrionariofetal (Ithurralde et al., 2019; Abud et al.,
categoría se han reportado mortalidades más altas que
en el presente trabajo (Ganzábal, 2005: 2021 %;
Bianchi et al., 1998; 32,8 %).
Contrariamente a lo reportado por Geenty (1986),
quien observó que las ovejas paridas en setiembre
producen más leche que las paridas en julio, en este
trabajo no se observaron diferencias entre grupos. La
producción de leche en ovejas durante el posparto
temprano está influida por la alimentación preparto
(Treacher, 1970; Tygesen et al., 2008) y por la
alimentación posparto (Peart, 1967). Es posible que en
el Grupo J la alimentación restrictiva, durante el
posparto temprano reflejado en la pérdida de PV y CC,
disminución de la concentración plasmática de
glucosa, colesterol y proteína total, y aumento de la de
urea, comprometiera la producción de leche. Por el
contrario, en el Grupo S, la limitante podría haber sido
las reservas energéticas con las que llegaron al parto,
pero que la mejora en el balance energético posparto
(aumento de la concentración de colesterol y proteína
total y la disminución de urea que sumados a la no
pérdida de PV y CC son signos de un mejor balance
energético) no fue suficiente para permitir una mayor
producción de leche. El mejor estatus metabólico al
parto del Grupo J se reflejó en una mejor calidad de la
leche producida [mayor contenido de proteína
(Bocquier y Caja, 2001) y grasa]. Sin embargo, la mejor
calidad de leche que los corderos del Grupo J tuvieron
disponible durante el primer mes, periodo en que la
GDP depende de la cantidad y calidad de leche
ingerida, no se reflejó en mejores GDP. Por el
contrario, el peso a los 30 días y las GDP durante el
primer mes fueron inferiores a la de los corderos del
Grupo S. Es posible que los corderos del Grupo J
gastaran más energía en mantener la termorregulación
durante su primer mes de vida, lo que pudo
comprometer la GDP. En efecto, en invierno temprano
las temperaturas son más bajas que a finales del
mismo. Otro factor que pudo haber incidido es la
precipitación pluvial; si bien durante el primer mes de
vida de ambos grupos la precipitación registrada
estuvo por encima de la media histórica (julio: 277 mm
vs 104 mm; setiembre: 234 mm vs 103 mm), hubo más
precipitación y más días de lluvia en julio (12) que en
setiembre (8), lo que pudo haber agravado las bajas
temperaturas normales de ese mes. Aún más, durante
el segundo mes el Grupo J presentó mayores GDP que
los corderos del Grupo S, y ambos grupos llegaron a
los 60 días con pesos no diferentes. Es posible que la
precipitación pluvial registrada durante el segundo
mes en el Grupo S (320 mm frente a registro histórico
de 111 mm) pudiera haber incidido en las GDP de los
corderos del Grupo S a pesar que las temperaturas
eran más benévolas. Las GDP observadas en el Grupo
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020) por lo que no pueden ser descartados. En efecto,
la subnutrición materna no siempre disminuye el
PNAC de sus crías, pero puede interferir en el
desarrollo muscular durante la etapa intrauterina y
comprometer el futuro productivo de la descendencia
(
Ithurralde et al., 2019). Por otra parte, hay evidencias
que el el PNAC no necesariamente es el mejor
predictor del futuro desempeño de las crías
(
Vonnahme, 2007). En el presente trabajo, el PNAC de
los corderos es inferior al reportado por Ganzábal
2005) para la misma raza y categoría, pero trabajando
(
con pasturas sembradas, o por Ithurralde et al. (2019),
pero utilizando ovejas adultas. Por otra parte,
coinciden con los observados en los corderos paridos
por las mismas ovejas en su segundo servicio y son
mayores que los que comprometen la sobrevivencia de
los corderos en esta raza y sistema (Ganzábal 2005,
Abud y Pérez Clariget, 2016).
El aumento del plano nutricional siete días antes del
parto pudo haber aumentado la producción de calostro
(
Banchero et al., 2006). Es interesante notar que tres
días antes del parto, la concentración plasmática de
proteína total era mayor en el Grupo J que en el S,
pero la concentración de albúmina era menor.
Considerando que las globulinas son la otra fracción
importante de las proteínas plasmáticas, se podría
pensar que el Grupo J tuviera mayor disponibilidad de
globulinas en el momento en que el calostro se estaba
produciendo. También el aumento del plano
nutricional antes del parto pudo influir el
comportamiento materno al parto y explicar, al menos
parcialmente, la ausencia de diferencias entre grupos.
En efecto, Freitas de Melo et al. (2015), no
encontraron diferencias en el comportamiento
maternal de ovejas que habían sido sometidas o no a
una restricción nutricional durante la gestación, pero
2
3 días antes del parto se les ofreció pastura de buena
calidad ad libitum. Estos factores sumados, PNAC,
posible disponibilidad de abundante calostro,
comportamiento adecuado de la madre al parto,
esquila pre parto (De Barbieri et al., 2018) y él área
protegida en la que parieron las ovejas, podrían
explicar la baja mortalidad observada en ambos
grupos. En efecto, en ovejas Corriedale de esta
ISSN 10221301. Archivos Latinoamericanos de Producción Animal. 2020. 28 (12): 3638